El Universal- A seis meses de ganar, sin ser favorita, el título de Miss
Universo en Moscú, Gabriela Isler ha visitado Marruecos, Filipinas y
varios puntos de las Américas. Pero por decisión propia aún no ha tenido
un recibimiento oficial en Venezuela.
"Mi viaje estaba pautado
para el 20 de febrero, pero en vista de todo este panorama político, de
mucha tensión y estrés, tomé la decisión de posponerlo. Si voy es para
celebrar una victoria, pero éste no es un momento de celebración. A una
madre que perdió un hijo, a las personas que están en las calles
protestando, a los que no consiguen alimentos, ¿cómo les dices: "yo soy
indiferente a todo lo que está pasando en mi país" y después me voy?
¿Con qué caradura hago eso? Todo lo que está pasando, como venezolana me
duele y me afecta. Ojalá, antes de que termine mi reinado yo pueda ir,
pero no creo que se consiga tan rápido un equilibrio en la situación. Y
si puedo ir, trataré de que sea una celebración respetuosa, porque hay
contratos, hay un compromiso con la Organización Miss Venezuela (OMV) y
con mi país".
-¿Haber ganado en este contexto ha sido una bendición o una complicación?
-Ha
sido una bendición. Yo soy católica, creo en los designios de Dios y no
en coincidencias. Ser la representante de Venezuela ya era una
bendición. Y si el país está atravesando este nuevo reto, para mí
representa una oportunidad de alzar la voz por todos, tocar puertas y
decir afuera: "miren lo que está pasando". Y a los venezolanos decirles:
"eres mi hermano, respétate y respétanos". Dios me dio una misión de
poder hablar por los demás, de ser quizás un factor de cambio y unión, y
yo trato de aprovecharlo al máximo.
La Estatua de la Libertad es
una asignatura pendiente en su agenda, mientras su inglés "ha mejorado
mucho, así me dicen". Su sede, Nueva York, acaba de vivir un largo y
duro invierno. Es ahora cuando Isler más aprovecha de conocer la bahía
"de la manera que más me gusta: caminando. Aquí no tengo miedo de salir a
la calle, yo hago mis compras sola, paseo, troto por Central Park. Ésta
libertad es rica y esta ciudad ayuda a pasar incógnito".
-¿Qué tanto ha resultado esta experiencia como se la imaginaba?
-Creo
que nunca se tienen las expectativas necesarias. Es una experiencia
única en la vida, aunque suene cliché. A veces pensé que iba a ser más
fácil, que habiendo trabajado mucho en el Miss Venezuela esto era la
recompensa y que iba a relajarme. Pero me di cuenta que así como aquello
requirió mi tiempo, compromiso, esfuerzo, esto también. La parte más
bonita es que a pesar de todo el trabajo, no es representar una causa de
belleza, sino la mujer venezolana, ser un modelo para niñas, jóvenes y
el público en general que se sienta identificado con esto. Es un
compromiso que exige bastante responsabilidad, seriedad y dedicación.
Estos meses se me han ido rápido, gracias a Dios, porque me mantienen
muy ocupada. Pero me encanta. Jamás en mi vida me imaginé que en un mes
iba a viajar a dos o tres países. Económicamente no tenía esos medios. Y
en todas partes te reciben con lo mejor. Eso te llena bastante.
-En la agenda de actividades, ¿tiene libertad para proponer o se limita a seguir lo pautado?
-Normalmente
ellos (Miss Universo) manejan mi agenda de eventos y voluntariado
porque son mis representantes. Pero todo me es informado con antelación y
se me da la posibilidad de sugerir cambios. Igualmente cuando hay cosas
que quiero hacer las hablo. Por ejemplo, quería pronunciarme sobre
Venezuela. Yo escribí mi comunicado, ellos lo leyeron y lo enviaron.
Todo lo que digo es mi propia voz. Tengo mis sentimientos, mis ideales,
mi forma de pensar y aquí no me limitan en ser yo. Además, cuando vino
mi familia a visitarme había un viaje y me permitieron quedarme en Nueva
York.
-¿Hay algunas causas que interesen más que otras?
-Todas
las causas merecen ser escuchadas. Mientras más causas pueda ayudar y
representar, mejor. Definitivamente me siento más útil en mis labores
sociales, cuando no hay glamour, postura ni falsa diplomacia. En
Filipinas visité una islita afectada por el tifón y me querían cargar y
yo dije que no. Llegué caminando descalza, como todos. Ahora los estamos
ayudando a recolectar fondos para reconstruir. A mí me gusta ayudar, lo
he hecho siempre en mi vida. Me llena más que una sesión de fotos.
-¿Qué planes tiene a largo plazo?
-Siguen
mis planes de ser empresaria. Pero ahora es el momento mío de aprender,
de ser una esponjita y absorber todo lo que pueda. También me gusta la
televisión, ser modelo. Tengo varias pasiones y las disfruto. Aún no hay
fecha para los concursos de este año, pero en todo caso después de
terminar como Miss Universo me queda un año de contrato con la OMV y
quizás ese tiempo me pueda servir para replantearme las cosas. Vamos a
ver si Dios me permite ser un factor de cambio y hacer algo por mi país y
mi gente.
-A sus 26 años, ¿se siente identificada con los jóvenes que están protestando? ¿Tiene amigos entre ellos?
-En
Venezuela el círculo de uno es muy amplio. Generalizar sería mentira.
El contacto que he tratado de tener es con el país entero. No puedo
dirigirme a un sólo grupo. Mi mensaje es de unión, paz y tolerancia.
Particularmente, yo estudié Ciencias Gerenciales y Administrativas y veo
al país como a una empresa. Y si un trabajador no está contento, tiene
el derecho de hablar y quejarse. Como parte de esta empresa que somos
todos, mi mensaje para ambos lados es simplemente: "pide de la misma
forma que quieres que te respondan, con respeto". Si quieres paz, que
tus gestos y palabras lo transmitan.
-¿Algún mensaje para las madres venezolanas que han perdido un hijo por la violencia?
-No
hay palabras que reconforten a quien ha perdido un hijo. Sin embargo,
he visto muchos testimonios de madres que tienen el valor y el coraje de
decir: "te perdí, pero voy a luchar por ti". Eso a mí me para los
pelos. Quizás para algunas de ellas esa es la fortaleza y para muchos
más es el ejemplo que necesitamos. A veces las tragedias de los demás
nos sirven para aprender. Las madres venezolanas, como ejemplo principal
que tengo la mía, se han caracterizado por ser mujeres echadas para
adelante, sacan adelante a sus hijos pese a que no tienen recursos o una
pareja a su lado que las ayude, y tienen que trabajar día y noche. Son
luchadoras, constantes, son hasta más fuertes que muchos hombres, porque
una madre nunca se rinde y quiere un mejor futuro para sus hijos, que
puedan salir a la calle y disfrutar de la vida. Mi mensaje a ellas es
que apoyen a sus hijos, que los valoren, que se quieran y respeten, que
sean un equipo. Sus hijos quizás les están devolviendo en este momento
mucho de lo que ellas dieron por ellos.
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